OURENSE, 22 de abril de 2022. La Biblioteca de UNED Ourense lleva desde hoy el nombre de Biblioteca Xeración Perdida. Con un sencillo acto se ha descubierto la placa junto al acceso a la biblioteca y mediante una conferencia se ha explicado quiénes pertenecen a esta generación. El director de UNED Ourense, doctor Jesús Manuel García Díaz, dijo que “en el Consejo de Dirección y en el Claustro de nuestro Centro universitario manifesté el año pasado que, con motivo, en este 2022, de la celebración del 50 aniversario de nuestra Universidad, era conveniente dar nombre a la Biblioteca de UNED Ourense. Durante 30 años de vida de nuestro centro, este importante espacio ha estado sin un nombre que lo distinga entre las bibliotecas públicas existentes. Después de un largo estudio en el que se han barajado diversas propuestas, hemos llegado a la conclusión de que más que escoger el nombre de un solo personaje, resultaría mejor dedicarla a cuantos ourensanos y ourensanas por diversas razones tuvieron que desarrollar su carrera profesional (sus capacidades artísticas, intelectuales, empresariales, industriales…) fuera de nuestras fronteras bien por la emigración bien por el exilio. Y aquellas que, por el pensamiento único impuesto en la dictadura franquista, se quedaron en nuestra provincia y fueron objeto de represión, lo que les impidió desarrollar su creatividad”, añadió García Díaz.
Una vez descubierta la placa por el director de UNED Ourense, la atención se centró en la conferencia que ofreció en el Salón de Actos el doctor Julio Prada Rodríguez. Prada es profesor titular de Historia Contemporánea, licenciado en Derecho y profesor tutor del Centro Asociado a la UNED en Ourense. Está especializado en el estudio de la violencia política, el primer franquismo y la transición a la democracia, ámbitos en los que ha dirigido media docena de proyectos de investigación de carácter nacional e internacional y publicado una veintena de libros y cerca de dos centenares de artículos y aportaciones a congresos. Coordina el grupo de investigación Historia Contemporánea 1 de la Universidad de Vigo, dirige el grupo de Investigación e Innovación Docente en Historia y también ha recibido diversos premios, entre ellos el I Premio Antonio Fraguas con la obra Ensayo sobre la violencia.
Entre sus últimas monografías destacan Derechas, República y elecciones (2019), The plundering of vanquished (2019) y The Battle Over the Memory (en prensa). También ha coordinado diversos libros colectivos, entre ellos Galicia en transición (2019), Europa y los retos de la representatividad (2020) y Las políticas de desarrollo regional. Del desarrollismo a la consolidación democrática (en prensa).
“Agradezco al director la invitación para explicar esta xeración perdida, propuesta que le formulé y que se refiere a miles de personas, unas anónimas, otras bien conocidas que padecieron la represión. Y aquellos que se refugiaron en lo que se conoce como exilio interior, privados como sociedad de lo que pudieran haber desarrollado con sus aportaciones en el ámbito cultural, científico pro también social y económico”.
Prada Rodríguez indicó que generación perdida es un término que a muchos puede evocar cosas muy diferentes. "En realidad se popularizó para referirse a esa cohorte generacional que alcanzó la mayoría de edad en medio de ese gran aldabonazo para la conciencia de todos los pueblos civilizados que representó la Primera Guerra Mundial. Concretamente con este nombre se designaron a muchos excombatientes y, en general, a grandes colectivos caracterizados por la desorientación, por el desconcierto y la confusión en que quedó sumida toda la sociedad europea como consecuencia de la conflagración”. Añadió el profesor que “como xeración perdida también se conoce a un colectivo de escritores norteamericanos expatriados a París en los años 20 del pasado siglo. La denominación que, al parecer, se debe a la novelista norteamericana Gertrude Stei. Con todo, se debe a otro escritor genial, Ernest Hemingway que, según cuenta en sus memorias, al parecer Gertrude Steiner escuchó la frase del dueño de un taller quien, encolerizado porque el mecánico joven no podía reparar el coche de Stein con suficiente rapidez, le gritó algo así como: ‘¡Todos vosotros sois una generación perdida!’, en referencia precisamente a todos esos jóvenes que habían servido en la guerra. Hemingway se apropió de esta expresión y la utilizó en su novela The sun also rises, traducida en España como Fiesta. En aquel colectivo de escritores estaban también, entre otros, Scott Fitzgerald, Thomas S. Eliot o William Faulkner”.
Julio Prada prosiguió señalando que de un modo más cercano a Galicia, al hablar de xeración perdida, “quizás alguno recuerde el libro homónimo de Francisco Castro Veloso, que tiene como protagonista a Ricardo, un joven vigués que se dedicaba a pasar droga pero que a la vez luchaba por escapar de ese submundo en el que se movía. Esa novela al mismo tiempo es retrato de toda una generación, la de quienes teníamos aproximadamente 10 años cuando murió Franco, que vimos desaparecer a muchos amigos o conocidos que cayeron en las garras de la droga. De otra xeración perdida nos habla también Manuel Iglesias Turnes en As rapazas de xan, que más allá de la historia que cuenta puede ser leída por toda esa generación que sufrió lo que algunos llamaron el tiempo sin esperanza del franquismo, un tiempo de hambre, miseria no sólo económica sino también social y moral. Tiempo de dictadura feroz, de injusticia, capaz de sacar a la luz lo peor de las gentes, pero también como ocurre en este libro, que en medio de esa miseria moral pueden irrumpir los rasgos de humanidad más insospechados, precisamente en los personajes de quienes menos lo hubiésemos esperado. A veces, quienes más sufrieron la marginación, la condena, el estigma. A otros aquí les venga a la mente una noticia reciente sobre el rodaje de un documental titulado precisamente Xeración Perdida 36, que pretende rescatar a toda una serie de figuras represaliadas, en este caso, de la provincia de A Coruña, y que ya habían sido objeto de estudio en un proyecto de investigación titulado Generación perdida, representación institucional republicana y represión en la provincia de A Coruña, cuyo objetivo principal era recuperar esas corporaciones municipales que hicieron frente al golpe de estado de 1936”.
“Como habrán adivinado, lo que les propongo aquí tiene que ver con lo que a mi juicio son las claves principales que nos permiten entender el verdadero significado de ese tiempo sin esperanza para toda una generación. Para ello podemos tomar como referencia cualquier nivel de análisis, desde la totalidad del Estado español a la más recóndita aldea gallega pasando por la más populosa de nuestras ciudades. Y, en esencia, esas claves serán las mismas”.
Según el censo de 1930 la provincia de Ourense contaba con 426.043 habitantes (53,18% mujeres) de los que 21.579 residían en la capital. "Más de 3.330 personas fueron sometidas a un proceso por la jurisdicción de guerra entre 1936 y 1945, casi 1.800 de ellas encausadas; se impusieron 249 penas de muerte, de las que fueron ejecutadas 202 y otras 47 conmutadas por la de reclusión perpetua y más de quinientas asesinadas extrajudicialmente; si les sumamos los fallecidos en prisión, el número de víctimas es de 789", señaló el ponente, añadiendo que, "además de los plegados por la jurisdicción de guerra más de 7.000 personas fueron detenidas sin ser sometidas a proceso militar. 2.643 personas y entidades jurídicas fueron sometidas a proceso de responsabilidades civiles o políticas. Casi 2.000 maestros fueron sometidos la depuración y a ellos les acompañaron un buen número de profesores del único Instituto que por entonces existía en la provincia, así como los de la Escuela de Artes y Oficios y de la Normal del Magisterio; los empleados del Hospital, los jueces y fiscales municipales, así como los de la Audiencia; los empleados de los por entonces 94 ayuntamientos de la provincia. Los exiliados por razones políticas, económicas o de persecución se cuentan también por centenares. Y así un largo etcétera. Sumen a todo eso la coerción y el control social que se ejerció desde el Estado (en particular desde el sistema educativo), el partido único o la Iglesia y entenderán perfectamente por qué los historiadores insistimos en el carácter sistémico de la represión".
Para entender cómo la represión y el control social actuaron sobre el conjunto de esa generación perdida es necesario, indica el doctor Prada Rodríguez, "adoptar un enfoque multicomprensivo que, sin renunciar a la necesaria sistematización de los diferentes elementos desintegradores del tejido social empleados por los sublevados, la contemple como parte de un programa de acción global que se tradujo en la recreación de un clima de sometimiento que se proyectaba sobre amplias capas de la población. Porque la utilización de la fuerza fue mucho más allá de una simple violencia engendradora de relaciones de poder en la medida en que su objetivo primario, una vez paralizada la resistencia, fue la dominación y el sometimiento de los individuos para facilitar la asunción de los nuevos códigos y valores inspiradores del nuevo Estado".
Así, el ponente se propuso abordar el estudio de la represión desde una perspectiva multidireccional que parte de la existencia de tres niveles interrelacionados:
"Prescindiendo de los primeros, lo que me interesa ahora es incidir precisamente en otros aspectos mucho menos tratados por los historiadores pero que resultan de singular importancia para comprender el verdadero significado del que hubo de enfrentar esa generación perdida que hoy homenajeamos. Como punto de partida, piensen ustedes lo difícil que resulta conceptualizar la represión social o profundizar en los mecanismos de coerción y control social a consecuencia del carácter multicomprensivo que presenta frente a otras formas represivas, mucho más claras en sus perfiles". La diferencia de la represión física no busca la eliminación o la reclusión del disidente, "sino que alcanza su mayor virtualidad cuando los elementos más activos de la 'vieja orden' fueron ya represaliados. Tampoco se manifiesta necesariamente en forma de exacciones económicas, aunque con frecuencia estas sean un mecanismo más para forzar la aceptación de la población de determinadas pautas de comportamiento, como sucede con ciertas multas impuestas a quienes no respetan los patrones de conducta impuestos por los sublevados. Ni siquiera ha de valerse de una sanción administrativa destinada a depurar pasados compromisos y a asegurar la lealtad de toda la Administración franquista", explicó el ponente.
Modalidad represiva difusa
"Se trata, por el contrario, _prosigue Julio Prada_ de una modalidad represiva mucho más indeterminada y difusa, porque no se dirige contra un individuo concreto sino contra el conjunto de la sociedad, a pesar de que pueda adoptar caracteres diferenciados con colectivos específicos, como sucede por ejemplo con las mujeres, víctimas de unas vejaciones particulares. Por eso sus efectos son mucho más negativos y perversos, como lo son también sus objetivos: lo que se busca es la anulación de los individuos y la destrucción de los elementos esenciales de la sociedad civil preexistente no conformes con los intereses de los sublevados y su relevo por un nuevo orden social impuesto en el que la población acepte su sometimiento incondicional al poder político, actuando mismo sobre el plano simbólico. Abarca múltiples imposiciones puestas al servicio de las diferentes estrategias de control social implementadas por los sublevados. Desde la obligatoriedad del saludo brazo en el alto, hasta repicar las campanas y los desfiles y concentraciones patrióticas que se sucedían después de la toma de cualquier capital. Cualesquiera que fueran sus manifestaciones, el resultado era siempre el mismo: el reforzamiento del clima de sometimiento y miedo para recordar a los posibles desafectos quién mandaba en la nueva situación, paralizando, antes de producirse, cualquier tentativa de resistencia, al mismo tiempo que se reforzaba la cohesión y la unificación de voluntades de los afectos".
Los medios de comunicación
El control sobre los medios de comunicación, particularmente de prensa y radio, "era por supuesto fundamental y por eso no debe extrañar que entre las primeras preocupaciones de los sublevados estuviera la organización de los aparatos propagandísticos y el establecimiento de una rígida censura. Por supuesto, la dirección de los medios de comunicación escrita fue encomendada a hombres comprometidos con la causa nacional, mientras eran suspendidos diarios de larga trayectoria, como La Zarpa".
Las ondas radiofónicas y los periódicos afectos "instruían a los ciudadanos sobre los medios de información permitidos y las lecturas recomendadas; ni siquiera en el ámbito familiar cabía la más mínima discrepancia ante el temor a una delación. La Iglesia cumplió un papel esencial en la imposición de esta noticia moral, publicando pastorales, instrucciones y sermones que, además de un desconocimiento radical de la realidad gallega, demostraban que su privilegiada posición como transmisores de la fe era utilizada como un sistema de adoctrinamiento político que coincidía con los postulados franquistas".
"También podríamos hablar de la orientación del 'programa cultural' de los sublevados, con la prohibición de libros tan peligrosos como Crimen y Castigo, Guerra y Paz, La Barraca, Los Miserables o Ana Karenina. Como resultado, miles de libros desaparecieron de numerosas bibliotecas en toda Galicia y la censura previa nos hizo retroceder casi a los tiempos inquisitoriales", señala el ponente.
"Y qué decir de lo que ocurría en el ámbito educativo, donde lo que pasó a primarse fue la formación de individuos dóciles, capaces de obedecer de forma incondicionada, aunque eso supusiera negarse a sí mismos y supeditar su personalidad al ideal supremo dictado por la autoridad. La Historia de España, por ejemplo, fue convenientemente manipulada para transmitir una imagen prefabricada que giraba alrededor de tres ideas principales:
La lengua gallega, recuerda el profesor tutor de UNED Ourense, "fue ridiculizada hasta el absurdo en nombre de un pseudopatrioterismo estatalista y excluyente. Los avances conseguidos en este apartado durante la República desaparecieron, entrándose en una fase de silencio oficial y de persecución más o menos soterrada que tuvo la misma efectividad práctica que la mucho más conocida y notoria de los casos vasco y catalán. Esa generación perdida tuvo que convivir con la que fue una sistemática exclusión del gallego de los medios de comunicación, tanto escritos como hablados, mientras la propaganda oficial, controlada en su mayoría por Falange, insistía en su carácter puramente dialectal. Todo eso unido a la supresión del Seminario de Estudios Gallegos, clausura de la Editorial Nós, la prohibición de la prensa en gallego y la eliminación, el exilio o la condena al silencio de los más destacados representantes de la política y el pensamiento gallegos, fueron suficientes para cortar de cuajo el florecimiento de una cultura cívica que tenía sus bases sentadas para iniciar su despegue en julio de 1936".
Represión psicológica
El último de los niveles a analizar es el de la represión psicológica, "el menos conocido y el más difícil de hacer visible cuando nos referimos a esta generación perdida porque es el resultado de un proceso u operación por medio del cual el sujeto relega al inconsciente una serie de representaciones o ideas que le resultan inaceptables en virtud de determinadas exigencias. La obediencia, el funcionamiento de las instituciones y el comportamiento colectivo pasaron a estar determinados por el miedo, que hizo anidar en las conciencias de esta generación perdida el recelo permanente hacia el vecino, el temor a cuanto significara compromiso con causa alguna, el rechazo de toda forma de acción colectiva por miedo a las delaciones, la percepción de que solo en un individualismo exacerbado era posible hallar refugio a la espera de que cambiaran los tiempos. Con eso cambió el concepto de la política que, pasó de ser un instrumento de modernización de la sociedad a considerarse negativamente; a ser vista como un pecado congénito de buena parte de la población que era preciso expiar con el sufrimiento para redimirse. También se acentuaron las tendencias inhibidoras y se generaron comportamientos antiasociativos que arraigaron en las generaciones posteriores a la guerra y, sobre todo, se levantó un muro de silencio, de suspicacias y reticencias".
La represión implementada por los sublevados desde las diferentes instancias de poder y a todos los niveles, explicó Prada, "se benefició del perverso efecto multiplicador resultante de sumar a ella la coerción ejercida por comprometidos, adheridos, apócrifos, acomodaticios y hasta indiferentes que solo deseaban el retorno de la 'normalidad'. Una suma de fuerzas prácticamente invencible para quienes habían conseguido sobrevivir a las brigadas del amanecer, a los pelotones de fusilamiento, a los años de cárcel, a la guerra, a las torturas, a la pérdida del puesto de trabajo, al hambre, a sus propios miedos y a las esperanzas defraudadas. El silencio, la autocensura, el exilio interior eran para esta generación perdida su única defensa. El exilio interior o directamente el abandono de su patria desde el momento en que Galicia queda en manos de los sublevados. Conocemos bien quiénes son estas personas que escapan a los montes, huyen a la zona leal a la República o se esconden en cuadras, sótanos o minas desde los primeros días de la rebelión en espera de que el Gobierno de la República logre imponerse. Se trata de un conglomerado multiforme de simpatizantes del Frente Popular, socialistas, cenetistas y comunistas que abandonan villas y ciudades; pero también numerosos campesinos comprometidos con las sociedades agrarias, militantes de partidos republicanos, algún pequeño-burgués de izquierdas, algunas víctimas de persecuciones caciquiles y de odios y luchas particulares, etc."
El ponente distingue tres fases bien diferenciadas:
"Unos y otros, los del exilio de fuera y los del exilio interior, constituyen esa generación perdida a la que con este sencillo acto de dar su nombre a la biblioteca del Centro Asociado a la UNED en Ourense se quiso tributar un merecido homenaje", aseguró el ponente, quien remató su intervención parafraseando a Hemingway: "La tierra permanece para siempre jamás' y, por tanto, más que hablar de generación perdida tendríamos que hablar de 'semilla de libertad'".
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