OURENSE, 11 de marzo de 2019.- Con un lleno total se inauguraron en el Campus de Ourense las Jornadas de Historia Contemporánea y del Tiempo Presente que con el tema La transición a la democracia y la Constitución de 1978 han organizado la Universidade de Vigo y la UNED. Este evento, que todavía se desarrollará en la tarde del martes, 12, fue inaugurado por la decana de la Facultad de Historia, Susana Reboreda Morillo y por el director de la UNED en Ourense, Jesús Manuel García Díaz. Ambos destacaron el espíritu de colaboración entre las respectivas universidades. Mientras Reboreda destacó, además, que la Facultad desarrolla otras acciones formativas para los alumnos, y agradeció a los responsables de estas jornadas su organización, García subrayó que la UNED “se siente encantada de colaborar y continuar colaborando con la Uvigo” e invitó al público a “conocer nuestra historia contemporánea, especialmente en estos tiempos donde predomina la posverdad. Vamos, pues, al dato, a los hechos y dejemos las emociones para otros menesteres”. (Foto principal: de izquierda a derecha: Jesús de Juana López, coordinador de las jornadas; Jesús Manuel García Díaz, director de la UNED; Roberto Blanco Valdés, ponente; Susana Reboreda Morillo, decana de Historia; Julio Prada Rodríguez, director de las jornadas y José Ramón Rodríguez Lago, ponente).
Tras estas intervenciones el primer ponente en hablar fue el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Roberto Blanco Valdés. Su tema era la vigencia y reforma de la Constitución española. Blanco tuvo un discurso claro y provocador, mostrando una gran batería de nuevas ideas. “Esta es la mejor España que hemos tenido nunca”, señaló el ponente, pues no ha habido otra época en la que la democracia durase tantas décadas como los 40 años de vigencia de la Constitución del 78. Hizo un repaso del constitucionalismo español, que en el siglo XX es pendular, movimiento que se detuvo con la aprobación de la Constitución actual, “fruto de un gran acuerdo”. Blanco Valdés manifestó que en la historia constitucional española no hubo reformas constitucionales sino que se cambió de Constitución. “La II República fue una democracia inestable, de peor calidad que la actual”, indicó, para añadir que “muchos creen que la calidad democrática de la II República era mayor que la actual; esto es una fake news”.
Blanco Valdés destacó como méritos de la Constitución de 1978 la resolución de varios problemas. El primero, dijo, es el militar. La actual Constitución coloca a los militares bajo el poder civil, no participan en política. Otro problema resuelto, según el ponente, es el religioso; el tercero, la forma de gobierno, que, como manifestó el catedrático, es una “monarquía democrática”, porque es compatible con la democracia, el Rey no tiene poder”. Y recordó que los países que convirtieron sus monarquías en parlamentarias en el último tercio del siglo XX “consolidaron antes la democracia”. La Constitución, siguiendo el discurso de Roberto Blanco, también solucionó el problema de la democracia, estableciendo un régimen de libertades, fijando un gobierno que es elegido por el pueblo en elecciones libres, ampliando la libertad y haciendo una España más europea. “España es un estado social y tiene la mejor sanidad del mundo”, indicó el catedrático.
Lo que el ponente considera que no está aún solucionado es el problema territorial. Considera que en España hay una descentralización sin parangón en otros países e insistió en que en la práctica, España es un estado federal, apuntando que “no hay senados federales” y que el Senado español “es un disparate”. El problema, relata Blanco Valdés, “es que tenemos territorios con nacionalismos, el problema es que existen partidos nacionalistas que han hecho de la autodeterminación su bandera”. Terminó su intervención el ponente explicando por qué no procede una reforma de la Constitución: “Para hacerla se necesitan objetivos claros, tener claros los medios a utilizar para alcanzar esos objetivos y que haya un claro consenso político suficiente”. Lo cierto, dijo, es que “no hay acuerdo para hacer una reforma constitucional”. Pero expuso que la Constitución es como el esqueleto, que permanece, aunque se le aporta musculatura, queriendo decir que aunque se trata del mismo texto, la Constitución de 1978 no es la misma que actualmente, y puso como ejemplos la interpretación del matrimonio por parte del Tribunal Constitucional y la legalización del aborto.