OURENSE, 12 de junio de 2019.- Los 110 alumnos de la UNED Senior de Ourense celebraron la clausura del curso en un acto que tuvo lugar en el Centro Cultural Marcos Valcárcel, de la Diputación de Ourense. El director del Centro Asociado a la UNED en esta provincia, Jesús Manuel García Díaz, señaló que “la UNED-Senior se dirige a las personas mayores de 55 años, con independencia de la formación académica que posean, interesadas en enriquecer sus conocimientos. Se dirige, por tanto, a personas que siguen siendo jóvenes y que tienen todavía mucho que vivir y mucho que decir. Mucho que disfrutar. Se dirige al Mayor competente e imaginativo que quiere hacer más enriquecedor su tiempo libre”.
La coordinadora, María Concepción Álvarez Gómez, indicó que ya pueden cubrir los formularios para matricularse en las asignaturas del curso 2019-2020. Mostró su satisfacción por cómo se desarrolló el ciclo académico que ahora terminó, sin incidencias y con el interés fuerte de los veteranos alumnos por seguir formándose. En este acto se entregaron bandas a los tres alumnos que acumulan más horas cursadas: María del Carmen Rodríguez Rodríguez, Alfonso Santamarina Veiga y Delmira Santos Maquieira. Todos los matriculados recibieron, al salir, sus diplomas acreditativos.
El acto contó con la conferencia que ofreció Jesús Manuel García Díaz, sobre la historia de la histórica plaza de San Martiño, frente a la fachada occidental de la Catedral. Un monumento medieval que, según el doctor García, “nunca, desde su concepción en el siglo XII, tuvo una plaza ante sus pies, es decir, ante su fachada occidental”. Añadió que desde aquella centuria existe la Rúa das Tendas, que discurre por delante del templo mayor y a varios metros bajo el nivel del pavimento de la basílica.
Dado que la fachada occidental de esta catedral, no fue concebida para albergar un espacio urbanístico abierto, si se hubiera mantenido como estaba originalmente en vez de abrir la actual plaza de San Martiño, conservaría el simbolismo que también le era propio a la catedral compostelana, aunque en este caso se perdió. Así lo manifestaba en los años 70 del siglo XX el presidente del Museo del Prado, José Manuel Pita Andrade, cuya tesis doctoral la dedicó a la construcción de la catedral ourensana, analizando la fábrica medieval.
“Ya cuando se pretendía tirar calles y casas para levantar la monumental plaza acorde a las trazas de Antonio Palacios, no se preveía abrir una gran plaza que comunicase la hoy de Santa Eufemia con la Praza Maior”, manifestó el ponente. “Con la iniciativa de Palacios se tiraban los antiguos edificios de la izquierda, según miramos de frente a la fachada catedralicia, para tapar ese espacio nuevamente con dos de los cuatro inmuebles previstos para cercar la plaza palaciana”, afirmó el director de la UNED en Ourense..
Sobre el actual edificio que fue de la Policía Local, hoy dedicado a servicios municipales como Educación, reveló García que aparecen sus trazas en el Plan General de Ordenación Urbana de Orense, año 1946. El inmueble se levantó en los años 70 del siglo XX, “después de derribar los dos edificios antiguos que le precedieron”.
Es cierto, expuso el doctor García, que al derribar esos edificios décimonónicos había surgido surgió en la ciudad, especialmente entre los arquitectos, la idea de abrir una gran plaza desde la actual de Santa Eufemia hasta la Praza Maior. “Así se ven, sobre el Plano Urbanístico de 1961, dos opciones, una, la llamada Solución propuesta, que data del 8 de julio de 1974. La otra era la denominada Plano según proyecto aprobado, que ofrece la solución definitiva, es decir, una plaza bien delimitada por la Rúa das Tendas, por el edificio de servicios municipales al norte, por el inmueble paralelo al sur y por la calle Arcedianos al oeste. Por la parte de la Rúa das Tendas afectaba a los edificios número 13, 15, 17 y 19; y por Arcedianos afectaba a los números 14, 16, 18 y 20.
“Cuando en los años 20 y siguientes la ciudad estaba ilusionada con tirar viejas calles para levantar la ansiada plaza prevista por Antonio Palacios, era fácil efectuar modificaciones en los centros históricos de las ciudades, pues estaba en boga el Haussmanismo parisino de echar abajo lo que fuese y abrir nuevas y espaciosas plazas y avenidas. Piénsese en París, en la Plaza de Notre Dame o en la Plaza de Santa María de Regla de León”, expuso el ponente.
Superada la etapa autárquica, a partir de los años 60 se emitieron las primeras medidas legislativas y normativas que condujeron a la protección de los cascos históricos. “Gracias a esas medidas fue posible conseguir la plena definición cultural de ese concepto: centro histórico. No se olvide que el centro histórico ourensano tiene la categoría BIC, esto es, la máxima protección. Y no se puede manipular con alegría. Si se derribase el edificio municipal en la plaza ante la catedral, quedaría, sí, un amplio espacio. Una plaza amplísima que nunca tuvo el centro histórico ourensano. Sería una alteración considerable de mismo. Además, si así se hiciese, la fachada catedralicia luciría de forma extraña, no solo por la pesadez horizontal que la define sino también por la escalinata, que al dar acceso solamente a la puerta central de las tres que tiene la catedral en occidente, quedaría ridícula e un espacio tan amplio. A la catedral de Ourense le sucede lo mismo que a la de Toledo, para verla bien y apreciar su envergadura, hay que entrar”, dijo Jesús Manuel García.
Cuando por falta de presupuesto se puso el proyecto de la Plaza de San Martiño en manos del arquitecto Francisco Pons Sorolla, este lo llevó a cabo precisando que si bien la ciudad se quedaba con un nuevo espacio público aunque reducido, la catedral ganaba, gracias a un juego de perspectivas, cierta verticalidad que se aprecia al mirar hacia la torre de las campanas, bien desde la plaza del santo, bien desde la de Santa Eufemia. “Si no estuviese el edificio de servicios municipales y hubiese espacio vacío, la torre no luciría airosa debido al primer cuerpo añadido en el siglo XIX, que le aporta mucha pesadez. Si se deja a la vista toda la fachada, esta ofrecerá un aspecto de enorme horizontalidad, subrayado, además, por el primer cuerpo de la inacabada torre de San Martiño”, indicó el conferenciante.
García recordó que la plaza en cuestión fue, a lo largo de los años, un laboratorio de experimentos. “En cuanto a la grandeza del proyecto palaciano se agradece hoy que se haya quedado en el papel. A esta siguió otra propuesta de menor calado”. Y por si todo ello no bastase, en los primeros años del siglo XXI la plaza se vio alterada de nuevo con la reconstrucción del edificio colindante, de apartamentos. Al traer la fachada 1,50 metros más hacia la escalinata de la catedral:
a) se achicó la plaza
b) se perdió la línea de medianeras históricas que conservaba la casa antigua
c) se dotó a la plaza de una fachada poco acorde con la potencia patrimonial de ese lugar, ejemplo de lo que no se debe hacer al pie de un monumento como la catedral ourensana.
Por último, el doctor García señaló que, “dado el historial de esta singular plaza y la condición de BIC que tiene el centro histórico, lo mejor sería dejar como está la plaza. Por sí misma es un ejemplo histórico de cómo se pretendió hacer el tratamiento de un entorno monumental. Toda ella es un documento ilustrativo de lo que no se debe hacer. Es un monumento al despropósito humano. Mejor hubiese sido, una vez conocidos los tres proyectos hechos para ese espacio a lo largo del XX, dejarla como estuvo durante siglos: con la lonja abalconada dando a las Tendas sin escalinata alguna”.
La conferencia del ponente resume brevemente su investigación académica que se recoge en el libro Plaza de San Martín, frente a la catedral ourensana. Del proyecto de Antonio Palacios a la actualidad, que fue editado por el Grupo Marcelo Macías en el año 2016.