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Campus UNED

“Gracias a vosotros sabemos ciencia”

8 de abril de 2022

Más de 400 escolares de tres colegios de Ourense (Virxe de Covadonga, Miraflores y Guillelme Brown) disfrutaron con la química en los talleres "Esto me huele a ciencia", de la UNED, realizando un libro de aromas, una colonia propia y evaluando los resultados de haber puesto en práctica los pasos del método científico.

OURENSE, 8 de abril de 2022. “Gracias a vosotros sabemos ciencia” fue la frase espontánea y agradecida de una niña de Primaria del Colexio Virxe de Covadonga tras rematar uno de los talleres de divulgación titulado Esto me huele a Ciencia, que la UNED ha desarrollado desde el pasado miércoles en tres colegios ourensanos para un total de 411 alumnos.

Los talleres científicos de Química fueron dirigidos por los profesores Rosa María Martín Aranda, catedrática de Química Inorgánica y vicerrectora Primera así como vicerrectora de Investigación, Transferencia del Conocimiento y Divulgación Científica; María Luisa Rojas Cervantes, catedrática de Química Inorgánica; Antonio José López Peinado, catedrático de Química Inórgánica, los tres pertenecientes al Departamento de Química Inorgánica y Química Técnica de la UNED así como Rocío Muñoz Mansilla, física y vicerrectora de Tecnología de la UNED. Junto a este equipo estaban Almudena Dronda Núñez y María del Mar Ruiz Cordón, responsables de la firma ColArte en Madrid, además del director de UNED Ourense, Jesús Manuel García Díaz.

La primera jornada fue en el Virxe de Covadonga, con talleres en los dos edificios de este centro. Los escolares, tanto de Infantil como de Primaria, estuvieron muy atentos a las explicaciones de los científicos de la UNED. En el edificio inferior, ubicado en As Eiroás, los más pequeños, desde los 3 años en adelante, conocieron de una forma muy simple el método científico y elaboraron un libro de aromas. A medida que aumentaba ligeramente la edad, hicieron su libro de aromas, y pusieron en práctica el método científico para comprobar cuántos escolares creen que se huelen mejor las cosas con los ojos tapados, cuántos creen que se huele mejor sin tapar los ojos y cuántos creen que se huele mejor cerrando la boca. Para ello tuvieron que apuntar una serie de datos en esos tres grupos. Se les daba a probar hasta cinco aromas de modo que cada grupo comprobaba lo bien que le iba, oliendo de las tres formas indicadas.

Después entregaban las hojas con los datos correspondientes y una profesora los fue metiendo en el programa informático de modo que al terminar se pudo ver cuántos escolares prefieren oler tapando los ojos, cuántos sin taparlos y cuántos cerrando la boca. Estadísticamente pudieron comprobar cómo los gráficos mostraban que predominaban (en aquel grupo) los escolares que prefieren oler las cosas con los ojos abiertos. Unos preguntaban si el método científico era un protocolo, otros querían saber qué significa rigor. Al final, todos los niños y niñas de este colegio entendieron mejor los pasos que hay que dar para comprobar si una idea que proponemos es o no verdadera. Para que poco a poco se acostumbren en la vida a aplicar esas normas de procedimiento.

Mientras, en el centro ubicado en la zona alta, es decir, en Covadonga, los alumnos, un poco más mayores, realizaron un experimento para practicar también con el método científico. A todos se les dio un tubo de plástico con difusor. Primero, en una hoja, debían apuntar sexo, edad y la estación del año en la que habían nacido. Además debían ir probando aromas para marcar en una ficha si les gustaban mucho, poco o nada. Con esos datos se elaboró una estadística en la que se supo que el olor que más gustaba a quienes tenían 9 años era la vainilla, seguida de la menta, por los de 7 años.

Pero, a la vez, con el olor que más les había agradado a cada uno, tenían que elaborar un perfume. Los pasos a dar fueron los siguientes: en primer lugar, pensar qué olor gustaba a cada uno, después, mirar a ver si será de una sola esencia o mezcla de varias. A continuación introducían en el bote seis gotas exactas de la esencia de su agrado, después le añadieron un centímetro cúbico de alcohol para luego rellenar el bote con agua hasta el borde. A continuación debían escoger el color que mejor le fuera a su colonia. Añadido el color al perfume de cada uno, solo quedaba cerrar el bote y agitarlo bien. Todos se llevaron a casa su colonia por ellos preparada, lo que causó satisfacción en los pequeños.

A medida que se les explicaba qué es un científico, reconocieron con facilidad a Marie Curie, conocían pero no identificaban la cabeza de Leonardo Da Vinci y desconocían a Stephen Hawking, sobre el cual se les dijo que es ejemplo de que un científico puede tener buena parte del cuerpo paralizada pero ser igualmente brillante porque le funciona perfectamente la mente.

“¡Yo quiero ser científico! ¡Yo veterinario! ¡y  yo doctor!”, exclamaban algunos pequeños. Otra dijo que desea ser geóloga, policía y bombero. Un niño manifestó que quiere estudiar informática para hacer juegos.

La directora del Virxe de Covadonga, María Isabel González Vaíllo, mostró tanto su agradecimiento como el del resto del cuerpo docente del centro, “porque esto para nosotros es algo inesperado y muy necesario para nuestros niños”. Este colegio se ubica en un barrio periférico de la capital, y sus profesores se implican de un modo especial en el desarrollo intelectual de sus escolares, niños y niñas con inquietudes, que en su barrio tienen muy pocas posibilidades de disponer de actividades, por eso el colegio les prepara varias acciones de ocio para que centren la atención en iniciativas positivas y beneficiosas fuera del horario escolar. Un detalle no pasó desapercibido a los científicos. Se trata de lo observadores que son los niños, que se fijan en pequeños detalles de la diapositiva, o de que se escriba su nombre en el libro de aromas “con acento”. ¡Tremendos! En este colegio participaron 141 alumnos, 74 de Infantil y primer y segundo de primaria y otros 67 de tercero a sexto de Primaria.

El mismo taller tuvo su desarrollo el jueves por la mañana en las aulas del colegio Miraflores. Por segunda vez en este centro llegó la ciencia de la mano de la UNED. La directora del colegio, María Diez Uriarte se mostró feliz de recibir de nuevo a un equipo científico de la UNED y tanto ella como varios profesores ayudaron en las tareas propuestas. Se celebraron varios talleres. Uno de ellos en el aula de infantil, donde los escolares elaboraron su libro de aromas además de participar en el ya expuesto experimento de comprobar quiénes huelen mejor las cosas, los que lo hacen con los ojos abiertos o con ellos cerrados. Suele ganar siempre la primera opción. Los pequeños, además de ver estas conclusiones en el programa estadístico, antes habían olido varias sustancias. Igualmente, mediante rolones, impregnaron diversos aromas en las páginas de tela de sus pequeños libros de aromas. Disfrutaron mucho con sus ocurrencias y expresiones. Se sorprendieron cuando se les dijo que el perro tiene un sentido del olfato con muchos más millones de células que el ser humano, es decir, unos 244 millones frente a 5 millones respectivamente. O que el camello puede oler el oasis a una distancia de 80 kilómetros en el desierto. Es curioso cómo siendo tan pequeños estos escolares conocían a su manera el método científico, del que su profesora les ha hablado.

Hubo actividad durante toda la mañana. Otros niños de Primaria y de ESO elaboraron sus perfumes, alguno quiso hacer el suyo propio y otro para su madre. Se les insistió en hacer la práctica con tranquilidad porque de lo contrario no les saldría bien. “¿Y por qué son seis gotas de esencia solo?”, preguntaba una niña. “Para que veáis que en ciencia trabajamos con mucha  precisión, no podemos poner las cantidades que queramos”, le respondió una de las científicas.

En medio de un ambiente era magnífico, el experimento de los perfumes se volvió más completo con los alumnos de los cursos superiores de la ESO, pues se les mostraron moléculas de vainilla, romero, naranja, menta… Y, además de realizar su perfume, el experimento fue el siguiente: se trataba de comprobar que en un ambiente de romero, nos concentramos mejor y memorizamos más. Para verificar esta afirmación, se hicieron tres grupos, uno se quedó en el aula sin aromas, otro accedió a un aula totalmente impregnada de olor a romero y un tercer grupo entró en una tercera aula impregnada de vainilla. Una vez dentro, disponían de una serie de palabras para memorizar. Tenían que concentrarse en verlas, luego dar la vuelta al folio y escribir las que recordaban. Al acabar esa breve estancia en las tres aulas, todos se dirigieron a la sala sin aroma y mientras prepararon su perfume, el equipo científico de la UNED introdujo los datos en un Excel para ver las conclusiones. Procesados esos datos _algunos chicos y chicas memorizaron hasta 25 palabras_  se comprobó que los alumnos que más palabras habían memorizado eran los que estuvieron en la sala impregnada con aroma a romero.

Este experimento que realmente es muy interesante, se hizo por primera vez en la Universidad de Newcasttle, Reino Unido, por el equipo del profesor Mark Moss, en el año 2015. Se trataba de comprobar si en efecto el inhalar aceite de romero aumentaba la capacidad de memorizar. En aquel entonces escogieron a 60 voluntarios que pusieron en tres habitaciones, como las mencionadas en el caso del Miraflores.  Se les dijo que estaban allí para probar los efectos de una bebida con vitaminas. Se demostró que los voluntarios que habían estado en la habitación con olor a romero obtuvieron resultados estadísticamente mejores  que los del aula sin olor. En aquel caso había un aula con olor a lavanda, en la que se obtuvieron los peores resultados dado el efecto sedante y asociado al sueño de dicho olor.

Los estudiantes quedaron satisfechos, aunque siempre surgen dudas y así una alumna hizo una muy buena pregunta al manifestar si el hecho de conocer antes los efectos del romero los indujo a memorizar mejor. La respuesta que obtuvo es que ahí nacía una nueva investigación. Así se les hizo ver el trabajo del científico. María Diez, al acabar la jornada científica, aseguró haberse divertido como si fuese una niña más. Celebró esta nueva cita con la UNED.

En el Miraflores participaron 169 escolares, 71 de Infantil y primero de Primaria, otros tantos de tercero a sexto de Primaria así como 27 de ESO.

Guillelme Brown

Y el viernes se estrenaban los alumnos del colegio Guilleme Brown. La visita estaba siendo esperada por los profesores y alumnos y así se celebraron seis talleres científicos. "¿Quiénes de vosotros quiere ser científico?", preguntó Rosa Martín a los pequeños, levantando la mano un puñado de ellos.  Otro niño, al preguntar qué hacen los científicos dijo: "los científicos buscan algo para conocer". "Los científicos no hacemos brujería, no hacemos cosas sin control", añadió Martín Aranda, quien fue presentando a científicos famosos para insistir que estos profesionales "saben mirar donde hay que mirar. Eso es la ciencia".

Los escolares disfrutaron comprobando por ellos mismos cómo avanzaba el experimento propuesto con su participación activa. Les quedó claro que una hipótesis no es una pregunta sino una afirmación de la que parte el experimento. Hubo un momento en los que se preguntó a varios niños si les gustan las distintas especialidades de la ciencia: biología, física, medicina, química, geología.... y a una pequeña nada de esto le gustaba, pues le interesaba la moda. Pero al decirle que la moda necesita la química, la pequeña quedó sorprendida y no muy convencida. 

En otro grupo de ESO, sorprendió que se les mencionara a una científica de la diapositiva, Lady Augusta Ada Lorelace, del siglo XIX, célebre matemática y pionera de la programación informática. Cuando estaban repasando el método científico, una joven dijo que la hipótesis es "lo que crees que va a pasar". Entre todos fueron aprendiendo los seis pasos de dicho método.

Simpático fue el momento en el que María Luisa Rojas les explicó cómo olemos, cómo percibimos los olores gracias a las moléculas que llegan a nuestro cerebro. ¿Qué sabéis del sentido del olfato?", preguntó Antonio J. López . "Que es con la nariz", respondió un escolar. Y al comparar la cantidad de células olfativas del ser humano con las del perro se escuchó que el hombre y la mujer tienen "seis", "ocho", "cien" células olfativas y la sorpresa vino al saber que tienen cinco millones de esas células, 44 veces menos que el sistema olfativo del perro. Ahora saben que cuando llueve y olemos a tierra, ese olor se debe a la geosmina, sustancia química producida por la bacteria Streptomyces coelicolor y algunas cianobacterias que se ubican en el suelo y las percibimos cuando la tierra se humedece. Gracias a ella los camellos pueden olerla en el desierto a 80 kilómetros de distancia.

Fue otra mañana importante en el colegio y también en la UNED. La directora, Yolanda Valeiras, mostró su satisfacción y pleno agradecimiento a esta primera iniciativa de las aulas científicas de la UNED en el centro escolar. A la vuelta de las vacaciones de verano habrá más citas con la ciencia en los colegios, un aspecto en el que nuestra Universidad se vuelca pues grande es la satisfacción de incentivar la vocación científica en los primeros niveles del sistema escolar.

En el Guillelme Brown participaron 151 alumnos, 50 de Infantil y primero de Primaria más otros 101 escolares de tercero a sexto de Primaria. "¡Esto de ser científicas mola la bomba!", exclamaban varias alumnas tras uno de los talleres en este colegio.

El director de UNED Ourense, Jesús Manuel García Díaz, mostró su satisfacción por el desarrollo de esta tanda de talleres científicos y anunció que se seguirán celebrando otras citas con la ciencia en estos y en otros colegios ourensanos que lo precisen. “Es bueno fomentar vocaciones científicas. Con estas iniciativas se puede hacer un bien enorme a tantos escolares. Más de uno tendrá en cuenta lo aprendido con la UNED y podrá desarrollar su vocación en el futuro. Esta experiencia es magnífica, muy completa. La categoría del equipo que ha venido está fuera de toda duda, por su nivel académico y divulgativo de años. Son personas que lo viven, que disfrutan con los escolares enseñándoles tantas cosas. Trabajan con una rigurosidad exquisita. Agradezco enormemente la disposición de todos ellos así como la de los equipos directivos de los tres centros escolares. Esto es parte de la grandeza de nuestra Universidad, la cantidad de conocimiento que genera y los recursos científicos que pone, en este caso concreto, a disposición de los escolares para animarlos a ser investigadores. Yo me siento muy orgulloso de que todo esto que proponemos desde Ourense prenda en nuestra tierra. Y con seguridad que irá in crescendo".

UNED Ourense

Comunicación

Fotos:  Odilo Mojón Pérez y UNED Ourense

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